domingo, 2 de marzo de 2014

Star Wars y la mitología: El poder de la Fuerza en la Antigüedad

Star Wars es una de las sagas cinematográficas más famosas de la historia de la gran pantalla. Aunque, en esencia, sus seis episodios (tres para aquellos que se niegan a aceptar las precuelas como parte de la saga) han sido encasillados de manera simplista dentro del género de la ciencia ficción, Star Wars comprende en realidad elementos pertenecientes a muchos otros géneros, como sucede en tantas otras obras de ciencia ficción.

Póster de Star Wars (1977).

En primer lugar, puede verse un claro toque de western en el personaje de Han Solo, uno de los personajes más badass de la historia del cine y la literatura, así como en la oscura cantina repleta de forajidos del puerto espacial de Mos Eisley, la cual se parece al típico saloon de las películas del oeste. También es fácil reconocer influencias del cine de samuráis en Star Wars: el propio atuendo de Darth Vader se asemeja al equipamiento de un auténtico samurái, mientras que las espadas láser, evidentemente, desempeñan una clara función de catanas espaciales bastante chulas. La fantasía también juega un papel importante dentro del universo de Star Wars, ya que la Fuerza, un misterioso poder nacido de la vida y que mantiene unida la galaxia, parece trascender las fronteras de lo "científico" para adentrarse en el mundo del misticismo y la magia. Y, como no puede faltar en toda historia de aventuras, a lo largo de todas las películas hay un componente de romance que, en este caso, afortunadamente, no llega a ser empalagoso. Sin embargo, una de las mayores influencias en Star Wars es el género épico: historias sobre cruentas guerras y viajes fabulosos, horrendos monstruos y valientes héroes que combaten a sus enemigos con la ayuda de fuerzas superiores para alcanzar un glorioso destino.

Al igual que la saga de Star Wars, las mayores historias épicas y mitológicas de la Antigüedad y la Edad Media giran en torno a personajes de sangre real, destinados a tomar sus armas y enfrentarse a sus enemigos en medio de una trama de amor y violencia. Sin ir muy lejos, el tema principal de la célebre Ilíada, sin duda el poema épico más famoso del mundo occidental, es la cólera de Aquiles, "cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes" en palabras de Homero. No es difícil ver a un moderno Aquiles en el atormentado Anakin Skywalker, quien, bastante cabreado, también causó infinitos males no a los aqueos o griegos, sino a sus compañeros de la orden Jedi. Es fácil, por lo tanto, encontrar paralelismos entre distintas obras de la Antigüedad y la creación de George Lucas. Una de las coincidencias más curiosas se esconde precisamente entre los versos del Libro VI de la Eneida, obra del poeta latino Virgilio, quien describió las aventuras del troyano Eneas, antepasado de Rómulo y Remo, fundadores de Roma. 

Cuando Eneas, hijo de Venus, diosa del amor, desciende al inframundo, el anciano espíritu de su padre le revela el funcionamiento del universo. A través del canoso Anquises, una suerte de Obi-Wan Kenobi de la Edad del Bronce, de manera sorprendente, Virgilio describe la Fuerza de una forma muy parecida a como el propio maestro Yoda se la describiera a Luke Skywalker en "El Imperio Contraataca". Este pasaje de la Eneida, evidentemente, no debió ejercer ningún tipo de influencia directa en la fantasía de George Lucas, pero la similitud entre el pensamiento de un poeta romano y un alienígena verde de una galaxia muy, muy lejana no deja de ser inquietante:

«Tú, hijo, has de saber primeramente
que al Cielo y Tierra y Campo cristalino,
a Estrellas, Sol y Luna refulgente
anima un cierto Espíritu divino;
una inmortal y sempiterna Mente
mueve la mundial máquina contino:
toda en todos sus miembros difundida
y al gran cuerpo mezclada le da vida.
Esta infusión da vida al bando humano
y a cuantas aves vemos y animales
y a cuantos monstruos cría el Oceano
bajo de sus clarísimos cristales,
cuyas simientes tienen soberano
origen y vigores celestiales
en cuanto el tardo y mortal cuerpo admite
que con el ánima inmortal compite.»

¿Hasta qué punto es esto una coincidencia y no el fruto de la inspiración divina? Homero, Hesíodo, nuestro amigo Virgilio y hasta el propio Platón, entre otros autores clásicos, llegaron a afirmar que el contenido de las obras de los poetas no era una mera invención de la mente humana, sino que había fluido a través de sus bocas gracias un poder superior que les había inspirado la verdad sobre el universo. Desde el sano pensamiento escéptico con un cuarto de kilo de nihilismo que, en mi opinión, debería tener todo ser humano con dos dedos de frente, esta idea resulta totalmente descabellada. Sin embargo, si cerramos los ojos por un momento e imaginamos que los dioses del Olimpo y los caballeros Jedi llegaron a existir en realidad, el hecho de que tanto Virgilio como el maestro Yoda hablaran de la Fuerza apunta a que, sin lugar a dudas, ésta también fluye a través de nosotros en nuestra propia galaxia. Y eso mola.


El maestro Yoda durante su exilio 
y últimos años de vida en los pantanos 
de Dagobah, componiendo mentalmente 
los hexámetros dactílicos del poema 
de la Eneida.


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